Nissan: “Mi historia” por Carlos Ghosn Parte 3: Cosechando Éxitos

“Una mañana de mayo de 1978 me despertó el timbrazo del teléfono. Cuando contesté un hombre del otro lado de la línea se identificó como Hidalgo.

‘La Compañía Michelin en Francia quiere expandir su negocio en Brasil y necesita ingenieros franceses que estén familiarizados con el ambiente local. ¿Le gustaría tener una entrevista en Clermont-Ferrand?’

El catalizador de esta llamada fue mi hermana, quien le había hablado a Hidalgo acerca de mí en Brasil. Después de que terminé la llamada le marqué a mi hermana. Cuando le dije que casi no me interesaba la oferta, me dijo: ‘Me pareció que es una buena oportunidad, ¿por qué no habrías de tomarla?’

Acudí a la entrevista y todo resultó bien: la compañía tenía un claro interés en contratarme. En ese momento decidí que el capítulo estudiantil de mi historia se cerraba para iniciar una nueva aventura.

En aquella época cien personas ingresaron a la compañía al mismo tiempo. Fue un periodo de crecimiento personal y profesional. Sorprendentemente, aunque estábamos en entrenamiento, se nos daba la oportunidad de proponer ideas nuevas respecto a temas importantes, por ejemplo, cómo hacer más eficientes los procesos de producción o la mejor manera de tratar el látex en su estado puro.

Después del entrenamiento se nos asignó una planta. La planta de Le Puy, donde se manufacturaban las llantas grandes, fue mi primera asignación. Me interesaba mejorar la productividad, por lo que diariamente recorría muchas veces el lugar. Casi de inmediato me percaté de la importancia de tener una comunicación efectiva, y esta idea la fui reforzando con el tiempo.

Viajé a varias plantas alrededor de Europa y muy pronto se presentó mi gran oportunidad. En mi tercer año con la compañía, cuando tenía 26 años, fui promovido a gerente de la planta de Le Puy. En esta posición, mi reto principal fue consolidar la confianza y establecer relaciones personales con mis subordinados, que eran mayores que yo.

Me dediqué mucho tiempo a fomentar grupos de trabajo que pudieran resolver problemas en conjunto. Transcurrieron dos años y, cuando la administración de la fábrica ya se encontraba totalmente encauzada, se presentó alguien de las oficinas centrales. Era Francois Michelin en persona, quien había venido a ofrecerme una nueva oportunidad.

Tiempos de turbulencia y triunfo en Brasil

Francois Michelin me ofreció un trabajo en las oficinas centrales de Michelin bajo la supervisión de Behrouz Chahid-Nourai, el director financiero. Esta posición me daría dos experiencias que serían cruciales para mi carrera: la primera fue el desarrollo de la manufactura cruzada, un principio que me sería útil tanto en este trabajo como en otros. La segunda fue la oportunidad de trabajar con Chahid-Nourai, quien me enseñó los conceptos y prácticas más avanzadas de finanzas corporativas, incluyendo técnicas para optimizar recursos. Después de siete años de haberme unido a la compañía, Francois Michelin me mandó a Brasil.

En 1985 se concretó finalmente mi transferencia a Río de Janeiro, donde podría estar cerca de mis padres y hermanas. Sin embargo, el país estaba atascado en disturbios políticos, además de que se encontraba en medio de una crisis financiera y, hasta hacía muy poco tiempo, había sido dirigido por un régimen militar. La hiperinflación había excedido el mil por ciento al año, y las compañías experimentaban enormes pérdidas.

A pesar de estos desafíos, consideré que el país era una mina de oportunidades para Michelin. Los recursos naturales de Brasil eran abundantes, y su gran potencial de mercado era comparable al de China, Rusia e India.

Así fue como trabajé muy duro para implementar reformas. Michelin había comprado dos inmensas plantaciones de caucho en Brasil; sin embargo, el desempeño se había estancado debido a factores externos, principalmente los controles en los precios decretados por el gobierno. Empecé a realizar negociaciones con el gobierno, tratando de asegurar la aprobación que permitiera un alza de precios. Al mismo tiempo, recalcamos la importancia de tener una rigurosa administración y un control del flujo de efectivo, lo que requirió la adopción de medidas extremas. Mientras las personas que trabajaban en las oficinas centrales de Michelin en Clermont-Ferrand se frustraban, yo me mantuve firme en mi determinación. Finalmente, pude resucitar las operaciones en Brasil y establecer un liderazgo en el segmento en el mercado.

No obstante, justamente durante esa época los movimientos sindicales se tornaron más violentos, y las huelgas de trabajadores se volvieron más frecuentes. A pesar de las advertencias de los demás gerentes, un día acudí solo a una fábrica en la que los trabajadores se encontraban en huelga, con la finalidad de escuchar sus preocupaciones. No encontré ninguna muestra de hostilidad: todo lo que querían era dialogar.

Finalmente, las operaciones en Brasil se estabilizaron después de un periodo de turbulencia de tres años. Gracias a las estrictas medidas de administración que habíamos implementado en el flujo de efectivo, nuestra subsidiaria alcanzó grandes resultados, lo que generó una mayor confianza en las oficinas centrales.

En esa época tenía 31 años. Ahora, cuando pienso en ello, siento que mis acciones simbolizaron un acto de imprudencia juvenil, pero creo que fue correcto mantener una actitud temeraria con respecto al crecimiento de la compañía.

Grandes retos en Estados Unidos

Posteriormente, se presentó otro reto que reformaría mi carrera: la región de Estados Unidos, que era altamente competitiva y el mercado extranjero más grande de Michelin. Mi misión consistiría en liderar la adquisición de Uniroyal Goodrich, una importante compañía de llantas, durante un periodo de desaceleración económica.

Reducir los costos fue solo una parte de la estrategia: también teníamos que integrar al negocio para lograr las máximas sinergias. Con este propósito formé un comité ejecutivo con la gente más talentosa de Michelin y Uniroyal. Este sería el modelo más simple que sentaría las bases del equipo multifuncional que se utilizaría con éxito diez años más tarde en el Plan de Revitalización de Nissan.

Tuvimos éxitos muy representativos. Uniroyal era uno de los proveedores de llantas más importantes para los grandes fabricantes de vehículos. De esta forma, tuvimos oportunidad de contactar a las automotrices japonesas. Recuerdo haber viajado por ejemplo a la planta de Nissan en Smyrna, Tennessee, entre otras armadoras. Los fabricantes japoneses de vehículos gozaban de gran estabilidad, y yo presentía que pronto escalarían a la cima de la industria automotriz a nivel mundial.”

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